Editorial Especial por Roberto Robles

Esta segunda parte se debe a que no queríamos que una única nota abrumara al lector por su extensión.

En esta segunda nota tratamos la estructura y diferentes realidades que circundan la existencia de cada cancha o club de golf, tema indivisible de tratar para abordar la propuesta CLUBES SIN CANCHA.

Pretendemos en esta segunda parte demostrar que es perfectamente posible la convivencia pacífica y virtuosa de crecimiento de ambas figuras: CLUBES CON CANCHA Y CLUBES SIN CANCHA, tal como sucede en Estados Unidos, España y tantos otros países.

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Por la extensión de la nota, debimos cortar en dos la nota CLUBES SIN CANCHA. En esta segunda parte, tratamos la estructura de clubes y las diferentes realidades que circundan la existencia de cada cancha o club, análisis que era imprescindible para completar lo expuesto en la primera nota.

DE PIONEROS, INMOBILIARIOS, HOTELEROS Y OTRAS YERBAS
Si queremos analizar la realidad de “LOS CLUBES” no podemos hacerlo como si todos fueran uno. No hay una sola realidad. Hay varias.

No es lo mismo un club centenario que uno nuevito. No es lo mismo un emprendimiento inmobiliario u hotelero, que aquel que apareció por una fusión en frio de la pasión de 10 amigos en un potrero de Santa Fe. No es lo mismo aquel que cuida las fronteras del golf en Paso de los Libres, que este que tiene un mercado asegurado en Pilar. No es lo mismo aquel que atraviesa el lecho de un río en Comodoro Rivadavia que el otro que descansa en las suaves y húmedas praderas de Venado Tuerto. Todos son distintos, y deben ser considerados de maneras diferentes.

Pero lo que sí son todos es CANCHA DE GOLF. Muchos de ellos tienen un grupo de socios fundadores que crearon en esa CANCHA un CLUB CON CANCHA y serán siempre los referentes de esa CANCHA. Otros tienen una empresa que desarrolló un proyecto que incluía una CANCHA y terminó alojando un CLUB. Algunos tienen competencia a dos kilómetros. Otros son pioneros y el único refugio del golfista en cientos de kilómetros a la redonda. Algunos tienen una nutrida concurrencia de golfistas. Muchos otros, la mayoría, los necesitan desesperadamente. Algunos tienen más de dieciocho hoyos, otros menos de nueve.

¿Cómo hacer para considerar la necesidad de todos de la misma manera? Es imposible hacerlo por características objetivas. Hay que reagruparlos por similitudes: zonas geográficas, cantidad de hoyos, rangos de cantidad de hándicaps, etcétera.

Pero la clasificación subjetiva que más me gusta a mi es “los que necesitan y los que no necesitan golfistas”, lupa bajo la cual solo quedan fuera de ella un par y sólo por un tiempo determinado. Tarde o temprano los necesitarán. Los clubes siempre necesitarán golfistas, porque como vimos en la nota anterior, una importante cantidad de canchas, la gran mayoría, pasa días completos sin vender más que 5 o 6 líneas de 2 o 3 jugadores.

A principios de mes caminaba la BLUE MONSTER con Carlos, un brillante peruano, gerente de ventas internacionales de DORAL y un mail en su celular indicaba que a las 12.30 de ese día se habían vendido más de 850 green fees en los 5 campos que tiene el complejo. Había 3 campos a capacidad completa y dos al 75% de su capacidad. Aun así seguimos explorando alternativas de su desarrollo de ventas para Latinoamérica ya que todavía tiene dos campos que no estando llenos, deberían estarlo.

Siempre se necesitarán golfistas y el marketing es hoy una actividad tan importante como la producción misma.

LA IDIOSINCRASIA A VECES JUEGA EN CONTRA
Por mi actividad, visito clubes en muy diferentes geografías y es un sello clásico de los clubes más tradicionales de toda Latinoamérica, pero especialmente de Argentina la pasión y preocupación por las reglas del golf, la etiqueta y un apego sin concesiones a las costumbres que se establecieron hace décadas, en algunos casos se pueden remontar a principios del siglo pasado.

Esta idiosincrasia del golfista argentino está marcada por una enorme cantidad de golfistas que profesan un apego PURISTA a las tradiciones, difícil de encontrar en otras latitudes. Tal apego casi obsesivo a las reglas y el estatuto del jugador aficionado ha marcado una época en nuestro país que se resume sin lugar a dudas en la caballerosidad y gallardía del gran maestro Roberto De Vicenzo.

Esa idiosincrasia cultivada durante todo el siglo pasado tendrá un alto reconocimiento por un largo tiempo en la historia del golf y está plasmada en la figura del Maestro, en el Hall of Fame del PGA Tour en La Florida.

Pero el simple paso del tiempo trae consigo algo inexorable: EL CAMBIO. El mundo, la Argentina, la humanidad entera, vive hoy una velocidad en el cambio que hace a la obsolescencia, la gran protagonista de nuestras vidas.

Remarca Alvin Toffler que en el tiempo actual, las empresas deben hacer cambios menores al menos una vez al año y deben hacer una reingeniería completa de sus procesos al menos una vez cada cuatro o cinco años para mantenerse vitales y actualizadas.

Evitar el cambio por el apego incondicional a una práctica o doctrina es algo que inexorablemente abre un punto de deterioro que, como si se tratara de un fuerte ácido, va carcomiéndolo todo a su paso. El nombre del ácido es pues, la obsolescencia.

¿Sería inteligente ver al futuro y su inexorable cambio como el victimario de los valores y tradiciones del pasado? Difícilmente el cambio menoscabe las virtudes del pasado. Sin dudas es la gente la que cambia con el paso del tiempo y ahí radica la inexorabilidad del cambio.

La creación de la figura CLUB SIN CANCHA, sabemos por experiencia en otros países, es una actualización que, bien implementada y explicada al mercado, provocará un impacto vital en el enrolamiento de jugadores, ya que le permitirá al golf, sumar al ataque el impulso vital de la iniciativa individual, multiplicada por miles de potenciales clubes. Pone al golf en el centro de la escena.

Tal figura se sumará a la actual CLUB CON CANCHA, que seguramente encontrará en estos CLUBES  SIN CANCHAS  aliados estratégicos para sufragar los grandes costos que hoy una magra masa de socios y benefactores tiene sobre sus espaldas. DE NINGUNA MANERA ESTA FIGURA REEMPLAZARÁ A LA OTRA. Que esto quede bien claro. Ambas serán dos caras de una misma moneda, y coexistirán simultáneamente, tal como sucede en los países que ya implementaron dicha política.

Podemos ver esta nueva figura como un accesorio de la actual CLUB CON CANCHA, que actúa como un apéndice de la original. Por ejemplo los jugadores de golf del CLUB SIN CANCHA “Subcomisión de golf de la Asociación Odontológica de Tucumán” jugarán golf usualmente en Las Yungas Country Club, de vez en cuando en el Country del Jockey Club y algunas otras en el Siambón o Villa Nougués y seguramente su abierto anual, en «Alpa Sumaj», pero se reunirán por temas sociales en su sede en el centro de la ciudad, como usualmente lo hacen para halbar de dientes y otrodoncias.

Con una multiplicación de los clubes en todo el territorio toda la “industria” del golf y todas sus instituciones intermedias se verán enriquecidas en una variable en la que estamos tremendamente flojos, como pocos países en el mundo: JUGADORES POR CANCHA.

Esta implementación ha tenido dos resultados centrales donde se llevó adelante: las canchas se llenaron de jugadores, lo que resuelve definitivamente el problema de la subsistencia a los CLUBES CON CANCHA; las Asociaciones Regionales o Estatales se llenaron de clubes adheridos y multiplicaron sus matriculas de hándicap exponencialmente, proporcionando oportunidades de desarrollo inéditas.

Con estos conceptos completamos nuestra argumentación sobre lo que consideramos imprescindible: la creación de la figura CLUB SIN CANCHA en los estatutos de las instituciones que dictaminan sobre el golf argentino.